domingo, abril 27, 2008

Carta de una extraña viajera


Os preguntaréis por qué escogí el metro para volver a casa. La respuesta es muy sencilla: en el mundo de los humanos estoy privada de mis poderes, y tampoco quería desplegar las alas para no llamar la atención. De todos modos, lo consideré una buena oportunidad para estudiaros. Sin embargo, tuve que ser más precavida y tener en cuenta que algunas costumbres de mi raza, como la magia, puede causaros malestar. Por esto os escribo esta carta, para disculparme con aquellos que compartieron aquel viaje conmigo.

Antes de nada, me gustaría deciros que me parecisteis muy curiosos. Cada uno parecía un planeta aparte de los demás, con los que comparte una galaxia, pero nada más. Cada uno orbitaba alrededor de su libro, su música, su móvil o su portátil, sin percatarse del compañero de asiento. Y ojo, no lo critico, para mí fue mejor; así pasaba desapercibida. Lástima de aquel niño que me miraba tan fijamente, con esos ojos tan grandes llenos de curiosidad y emoción. Creo que lo sospechaba. Y yo me regocijé al saber que todavía queda gente que cree en nosotras.

No dudo que para vosotros sea un medio de transporte cómodo y útil, pero espero que comprendáis que para mí no. Por eso tuve que hacerlo. Y aproveché vuestro ensimismamiento para realizar mi hechizo con total libertad. Temía que aquel chiquillo os alertara al ver cómo yo hacía círculos con los tobillos. Sin embargo, permaneció muy quieto, observándome mientras se pellizcaba las mejillas y su madre le ordenaba, fastidiada, que se estuviera quieto.

Perdón por aquel giro tan brusco en mitad del túnel, pero nunca he sido buena conductora. Si alguien se hizo daño, le compensaré curándole, pero comprended que tenía que volver a casa. De todos modos, me alivia saber que nadie salió demasiado herido.

Todavía recuerdo vuestros gritos de asombro cuando cómo el monótono paisaje de los túneles cambiaba a aquellos árboles de hojas multicolores. Una anciana se desmayó al percatarse de que los raíles se habían convertido en agua. El niño era el único que no parecía angustiarse por el trayecto. Le recuerdo corriendo de un lado al otro del vagón, fotografiando con los ojos cada hoja, cada flor, cada riachuelo. Creo que lo más hermoso que he visto en vuestro mundo fueron esos grandes ojos curiosos.

Y extrañamente bello fue ver aquellos ojos estallar en lágrimas cuando bajé del vagón, justo antes de que vuestro metro volviera a pasar por ese túnel negro que os hace de transición entre parada y parada. Sólo espero que esta carta también le llegue a aquel chiquillo y me recuerde. Si alguien de vosotros le conoce, entregádsela, por favor.

Gracias por todo,
Soluna


Mun, the Lost Doll

Este relato participó en la 2ª Edición del Concurso de Relatos Cortos de TMB. No se llevó un sólo premio (había relatos de muy buena calidad), pero tal vez otro año será. La fotografía con lo que lo acompaño se llama Fairy on the Railroad Tracks, de Itsalladream321

miércoles, abril 23, 2008

Una rosa sin secretos


Como muchos sabéis, hoy es Sant Jordi, y mientras en muchos sitios se celebra el Día del Libro, en Cataluña celebramos el Día de la Rosa y el Libro.

En un blog titulado "Los Secretos de la Rosa", estaría gracioso que no os regalara una. Por eso os pongo a Anthy, mi personaje favorito de la serie Utena, que os ofrece esta bella flor.

Sí, la rosa es también para los chicos. Se dice que las flores son inútiles, pero cuando las contemplo, al menos yo, veo una nota de belleza en la vida. Y os invito a que hagáis lo mismo.

Feliz Sant Jordi a tod@s.

Mun

Tu rosa


Perdona que no te haya regalado ningún libro, pero hoy quiero ser yo quien te haga sentir.

Sé que los hombres no soléis gustar de flores, pero tengo una rosa para ti. No me ha costado cinco euros, tan sólo unos minutos de mi tiempo. Cuando dejo que el corazón sea el teclado, no es necesario discutir con la Musa durante una tarde entera.

Cógela, no tengas miedo. Ésta no tiene espinas.

Es roja porque sus pétalos están hechos con mis besos. Sabes que nunca me ha gustado teñir las flores.

Además, cuando la toques, sentirás mis caricias buscar tus dedos.

Siento tampoco que no huela a rosa, pero si la aspiras, sentirás todos mis aromas, y ya sabes que éstos quieren pertenecer a tu piel.

No te dé miedo a deshojarla, aunque no sea una margarita. Debajo hay una sorpresa.

Y tú ya sabes cuál es.


La rosa Mun

Fotografía: Scent of a Rose, de LFimM3

sábado, abril 12, 2008

La melena de Medusa


Medusa estaba cansada de su peculiar melena. No porque ahuyentara a todo aquel con el que pretendía mantener una conversación, sino porque era incómoda. Cuando las serpientes no discutían entre ellas, la atosigaban a base de preguntas o reclamaciones de atención. Los psicólogos lo llamaban esquizofrenia, pero ella prefería considerarlo un problema capilar. Lo peor de todo era mantener la cabeza erguida, y es que aquella centena no era precisamente ligera

Medusa estaba decidida a cortar por lo sano. Y nunca mejor dicho.

Sin embargo, no fue tan fácil.

Los peluqueros se negaban a ayudarla; eran muy respetuosos con los animales y con el medio ambiente. Varios de ellos la amenazaban con denunciarla.

Entonces, se encontró con un hombre trajeado que le ofrecía millonadas por su melena. Le decía que podía darle un buen provecho traducido en un negocio de correas de relojes y carteras. Medusa se negó, ya que no se fiaba de alguien que tenía los mismos ojos que las inquilinas de su cabeza.

Por la noche, las serpientes mecieron a Medusa en una nana de lágrimas, súplicas y besos. Y ella, por primera vez, se sintió querida.

Las serpientes dejaron de pesarle a Medusa.


Mun, the Snake-haired Doll

Fotografía: Medusa, de Morween