domingo, mayo 27, 2007

Palabras



Palabras. Eso es lo que no vas a obtener de mí esta noche. Tu boca se encargará de mantenerme callada, como la mía piensa instruirte una vez más. Esta noche no voy a hablar, pero mis manos, mi sudor y mis gemidos te lo dirán todo. Conocerás por la agitación de mis senos y el temblor de mis muslos el ímpetu de mi deseo.

(Encerrado en mis caderas, dime si existe la distancia).

Palabras. Mi mirada, cayendo en tus ojos de gato soñador, te lo dice todo. Escribiré mis sentimientos sobre tu piel usando las caricias de pluma y mi corazón de tintero. La explosión de mi alma en tu cuerpo será una forma más de decírtelo. Y mi voz te hablará en suspiros.

(Mientras me envuelvo en ti, dime si necesitas palabras).

Mun, the Wordless Doll

Al hilo del Certamen de Microrrelatos convocado por Ana Arándanos


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Fotografía: The ways of love, de Pavlova

lunes, mayo 21, 2007

Desafío




Te conozco demasiado bien. Me he cruzado contigo tantas veces que ya no me coges de sorpresa. Tenías otros nombres y otros rostros, pero siempre has sido la misma. La clásica víbora que siempre tiene veneno aguardando en la recámara, atenta a toda ocasión para morderme.

Cualquier tropiezo es una buena excusa para pisotearme las costillas. No importa si el resto de mis compañeros está en el suelo, más hondo que yo, o si hemos tropezado el mismo número de veces. Ni siquiera importa si estás libre de pecado. Siempre tirarás la primera y última piedra.

¿Envidia? No. Es el típico argumento de defensa. La típica respuesta que se le intenta dar al odio.

No soy una chica de revista. No podría pasar la criba de ningún certamen de belleza. En eso, estamos empatadas.

Tampoco me espera ningún Porsche en la puerta, ni un jardín con piscina al llegar a casa. Mi sueldo como mercenaria me veda esa clase de privilegios. Como a ti el tuyo, de vigilante de mercenarios.

Sin embargo, cada vez que sonrío las venas se te hinchan de ácido. Llámame incompetente delante de mis compañeros. Ellos ya saben cómo hago mi trabajo. Despelléjame las veces que quieras ante los jefes. Ellos ya conocen las incoherencias entre sus informes y tus opiniones.

Yo siempre te desafiaré con la mirada. Y la sonrisa.

Intenta hundirme. Si puedes. Muchos lo han intentado. Muchos.

Mun, la Muñeca Cuentacuentos


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Imagen extraída del videojuego Metal Gear Solid 3: Snake Eater

"Muchos lo han intentado, follacabras. Muchos lo han intentado" (El Predicador, de Garth Ennis y Steve Dillon)

viernes, mayo 18, 2007

Gaia


















La conciencia humana estalla
por el canto doloroso de Gaia.
La sangre que en ella perpetramos
ella devuelve en cuchilladas.

Humanos
inhumanos,
malos hijos
que abusamos
de la mano que nos alimenta
y que puede aplastarnos
si desea.

Y cuando la sangre
empieza a ser demasiada
recordamos a nuestra Madre,
humillada, ninguneada, vejada.

Apaguemos las luces.
Cerremos los grifos.
Vivamos como espartanos.
Lloremos ante las cruces
de nuestros futuros vedados.

Mun, a Daughter of Gaia


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Imagen: Lady Gaia, de liiga

domingo, mayo 13, 2007

Custodia


Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse. La arrancaron de su bucólico hogar sin previo aviso y sin explicaciones. Ni siquiera le dio tiempo a gritar o a reconocer a su raptor. Sólo cuando llegaron a palacio, y él sólo podía darle un motivo:
–Lo siento, pero no pude evitarlo. Eres tan bella…

Fue la misma razón que le dio a la madre de la chica, cuando por fin descubrió dónde tenía escondida a su preciada hija. Ella le respondió con una mirada que podría prender fuego a todo lo que rozara.
–¡¡Y BIEN PODRÍAS HABERME PEDIDO PERMISO!! ¿¿NO TE PARECE??
–Me habrías dicho que no. Así que tuve que hacerlo sin más. Además, conmigo ella será más feliz, eso ya lo sabes.
–¿¿¿QUÉ PUEDES OFRECERLE TÚ QUE NO PUEDA OFRECERLE YO???
–Ella sería la Reina de los Infiernos junto a mí. Todo mi mundo sería el de ella y tendría mucho más poder y estatus que contigo.
–¡A ella nunca le importó el poder! De hecho, ella era feliz conmigo en el campo, jugando con los animales, tejiendo garlandas de flores, paseando por las praderas…
–Yo a ella la veo mucho más feliz desde que la llevé a mi reino. Anoche cenó muy gustosa unos granos de granada y la noté radiante, como la reina que es y que tú nunca la has dejado ser.
–¡Ella es la reina de mi casa! ¡A mi lado es muy feliz! ¿Quién eres tú para decidir su felicidad?
–No hay nada más que hablar. Yo amo a tu hija y ella me ama a mí. Nos casaremos esta misma noche.
–¡Eso si yo no lo impido!
–¿Ah, sí? ¿Y qué piensas hacer?
–¿Has visto el eterno invierno al que he sometido a la Tierra todos estos meses mientras buscaba a mi niña? ¿Has visto cómo he hecho los cultivos infértiles y han perecido todas las plantas y los árboles? Pues hasta que no me la devuelvas, no pienso devolverle la vida a la naturaleza.
–Hermanita, no tenemos por qué ponernos así… ¿Qué te parece si vamos a Zeus y que nos haga de juez entre ambos?

Perséfone permanecía inmóvil en un rincón, escuchando toda la discusión sobre su custodia, como espectadora de una sala de cine. Se preguntaba si alguno de ellos habría notado su presencia. De hecho, percibieron su queda voz de piano como si viniera arrastrada desde mares de kilómetros:
–¿Y por qué no me preguntáis a mí?

Mun, la Duendecilla Cuentacuentos


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Fotografía: Persephone, de Ghost Alice

Dedicado a mi querida Roadmaster, enamorada de Perséfone y su leyenda

miércoles, mayo 02, 2007

En el umbral del sueño








En el umbral del sueño

me abraza tu perfume.

No quiere dejarme sola

y yo quiero beberlo.


En el revés de mis párpados

esculpiste tu rostro;

ojos de gato lánguido

que embrujan mi conciencia.


Ven,

a mi piel que te reclama,

a mi corazón fustigado

por tu ausencia.


Ven,

a los oídos

que anhelan tus susurros

de chocolate fundido.

Ven a los labios

en los que dejaste

el eco

de tus besos

de exquisito terciopelo.


Mun, the Loving Doll

Fotografía: Abrazo, de Mun Light Doll

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