domingo, diciembre 02, 2007

Ícaro

Las turbulencias presagiaban lo peor. Ícaro tenía una sensación similar en el estómago, y la sangre se convertía en un acordeón dentro de sus venas. Había sido un mal día para perder el miedo a volar. Y ya no había vuelta atrás.

El piloto anunció con total aplomo a la desorientada tripulación que era necesario hacer un aterrizaje de emergencia. Su petición de mantener la calma resultaba cínica para las decenas de pasajeros que se agitaban en sus asientos entre gritos de horror y desconcierto.

Ícaro, en cambio, se sentía decepcionado. Las alturas siempre le habían causado fobia, y aquel vuelo era un auténtico reto para él. Un pequeño bache a la hora de conseguir su sueño de viajar por el mundo. Encerrado en su diminuto pueblo, se sentía incompleto; deseaba ver más, conocer más, impregnarse de la magia de países y culturas que sólo conocía a través los libros. No sabía qué relación tenía aquello con el vacío perenne de su alma, pero creía firmemente en que el viajar era una pieza más que le faltaba al puzzle de su realización personal.

Y no lo había hecho antes por pánico a las alturas.

Y si no viviera en aquella pequeña isla, que se le antojaba como un laberinto que se sabía de memoria, habría utilizado otro medio de transporte. Pero o era en avión, o se quedaba allí para siempre. Y fue en un impulso de aquellos de “ahora o nunca” que se decidió a comprar un billete para dar la vuelta al mundo.

Estuvo a punto de echarse atrás cuando se dirigía a la sala de embarque, pero le bastó una llamada a su padre para recuperar el ímpetu. Dédalo, que gracias a su talento y espíritu de superación se convirtió en el mejor arquitecto del país, confiaba en que su hijo llegaría mucho más alto. E Ícaro no estaba dispuesto a defraudarle. Ni mucho menos a sí mismo.

Al principio del vuelo, todo fue como la seda. Los cien nudos previos al despegue, más que asustarle, le resultaron emocionantes. Y una vez en el aire, se recordaba a sí mismo que el avión es el transporte más seguro del mundo tantas veces que se acabó convenciendo.

Y un inoportuno fallo del sistema de presiones lo trastocó todo.

Asfixia. Ícaro se sentía aprisionado dentro de una minúscula botella, ahogado por los gritos histéricos de los pasajeros, encajonado en su minúsculo asiento, oprimido por un cinturón prácticamente inflexible y amordazado con su máscara de oxígeno. Quería gritar, pero la voz no le llegaba a la garganta.

Mientras el avión perdía altitud, el alboroto ascendía. E Ícaro sentía que la espalda le iba a reventar de un momento a otro. Un latido estridente en los omóplatos que no era ni más ni menos que el deseo de volar. Un deseo que se estaba transformando en urgencia.

Se deshizo del cinturón con tal energía que casi lo partió. Se sacudió la máscara como si hubiera respirado en ella gas venenoso. Se levantó tan decidido que ni las correctísimas azafatas ni los aterrorizados pasajeros osaron detenerle. La espalda le aullaba cuando llegó a la puerta y ésta, como si obedeciera a una orden mental que el propio Ícaro le dio, se abrió y dejó entrar una potente corriente de aire que azotó a la tripulación.

La intensa ráfaga silenció los gritos que rogaban a Ícaro que no lo hiciera, pero lo hizo. Cerró los ojos y se zambulló en aquel mar de nubes y aire, para después sentir como su cuerpo se precipitaba contra un vacío que superaba sus peores pesadillas.

Entonces dos majestuosas alas se abrieron paso por su carne y su sudadera, y se extendieron llenas de un esplendor dorado que podía emular a cualquier estrella. Ícaro se quedó flotando en el aire lejos de un avión que cada vez descendía más y más. La espalda ya no le dolía más. La sentía renovada, como después de un reparador masaje. Intentó aletear un poco, pero sus nuevas extremidades permanecían entumecidas como si hubieran estado atadas durante años. Alargó las manos para palpárselas. Suaves. Fuertes. Reales. El corazón le vibraba. Se concentró y esta vez las movió como si siempre le hubieran pertenecido. El temor había fallecido en el corazón de Ícaro.

Surcó los cielos, cada vez más alto, alentado por el motor de sus sueños. A cada segundo veía el sol más cerca. Y a medida que los rayos de sol se apretaban más contra su piel, supo que ni el fuego podría detenerle.


Mun, la Muñeca Cuentacuentos

Imagen: Icarus, de Lepas

Dedicado a Ícaro, un gran guerrero de fuerte corazón, porque se lo prometí; y a todos aquellos que seguimos volando cada vez más alto


Y también se lo dedico a Carlos, por prestarnos su frase, y para que vuele un poco sin avión.

Un fuerte abrazo a todos.

19 recogieron sus pétalos:

Unknown dijo...

Pobre Ícaro; has tenido que matar a todo un avión para que pueda volar ya de una vez :-) :-)

Espero que le dejen ser libre, que no termine en un circo, o en la mesa de disección de algún científico loco que pretenda encontrar en su sangre el secreto genético que permita al hombre cumplir su sueño dorado; volar...

Besos.

Pugliesino dijo...

Muchísimas gracias!! Sabes ? Sin llegar a leer aún tu historia y en plena batalla contra la frase pensé en que había otra forma de volar además del avión, la imaginación.
La mitología sobrevive en tu relato al progreso.El miedo a fracasar pudo con el miedo a volar.No importaba el mundo sino no claudicar y sufrir el peso de la humillación. Las alas de la superación frente a lo debil.El instito humano del fin que lo justifica todo.Podría escapar del laberinto pero no de su ambición.
Espléndida versión del mito que a través de las distintas épocas conserva intacto el deseo del ser humano de volar.
Un abrazote!!

TORO SALVAJE dijo...

No te andas con chiquitas, si hay que cargarse a todo el pasaje para que Ícaro vuele majestuosamente lo haces, y supongo que tan tranquila, jajjajajajjajaja.

Me gustó verlo surcar hacia el sol.

Besos.

Anónimo dijo...

Icaro..Icaro volando..creo haber hecho una imagen con esa frase..
Uno de mis personajes mitologicos favoritos :)


Besos

Srta. Experimental dijo...

Ahhh... así que aquí está!!

No sé cómo agradecerle la dedicatoria, salvo con mis ganas de seguir, de volar cada vez más alto :)

PD. Si quiere una segunda revisión "técnica", quedo a sus pies... o a sus alas, querida ;)

Pedro dijo...

Una vez más precioso :) El caso es que me gusta tu capacidad para tomar personajes (como en el caso de la bella durmiente) y aprovechar el mito pero transforamndolos a tu gusto. La historia es bonita , sí, pero encima si eres un "icariano" te llega especialmente ;)

Un abrazo,


Pedro.

tormenta dijo...

Es un cuento encantador, Ícaro sin miedo al calor del sol. Me ha gustado mucho, bien estructurado, bastante sobrio.
La escena de la trasformación es buena, pero quizás le falte un poquito de fuerza. Luego, aunque no soy ni mucho menos tan buena correctora como tú^^ a la hora de leerlo hay una cosilla que me ha chirriado: "No sabía qué relación tenía todo aquello con el vacío perenne de su alma, pero creía firmemente en que aquello era..." aquello suena repetitivo, pero es una cosilla sin importancia.
Voy a ver si me animo a recrear algún mito, lo haces tan bien que me está empezando a dar envidia :P
un besito princesa y gracias por lo de ayer :*

Darka Treake dijo...

Muy bueno Mun!!
me ha gustado mucho!!

Todos tenemos miedos que vencer...
Y tú lo has contado de manera fabulosa!

La dedicatoria, muy bonita :)
Que el vuelo de Ícaro sea largo y a gran altura!!

1bsillo
Darka.

Laura Luna dijo...

Después de unas (necesitadas) correcciones técnicas de parte de La Oruga, he remodelado el relato. También he modificado un poco la escena de la transformación, para darle un mayor énfasis :) Gracias, Oruguita y Tormenta :D Besos a ambas.

Anónimo dijo...

Siempre es un placer dejarme embobar por tus relatos llenos de magia (blanca o negra, igual a tutti colori).
Y sí que es cierto: el momento en que Icaro hace brotar sus alas es muy bueno. Como toda la historia!
Felicidades nena!
Un beso fuerte!

P.D.: Yo me hubiera cargado también a todos los pasajeros, por eso de lanzar el lastre para poder elevarse y tal; aunque lo hubiera hecho uno a uno hasta cerciorarme de que el avión no conseguía ganar en altura. XD

Srta. Experimental dijo...

La escena de la transformación me ha hecho sentir escalofríos... excelente, enhorabuena!!

Jan Lorenzo dijo...

Yo también vuelo un poco sin avión... Cada vez que cierro los ojos puedo ir más allá del pensamiento...

Me ha dejado temblando tu relato... La transformación es... Creo que la palabra que busco es increíble... Me ha dejado muy buena sensación en el cuerpo.

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Anónimo dijo...

No es por ofender, pero tu perfil y la descripción de la rosa son como poco, cursis.

Anónimo dijo...

Si..quedo mucho mejor la parte de la transformacion..no pense que se pudiera mejorar :)


Besos

Aracne dijo...

¡Oh!
He de ir a clase con la mayor de las prisas posibles en este universo.
Permíteme que te lea en cuanto regrese.

Quería anunciarte, exclusivamente, que gracias a tí me he decidido a volver, y podrás encontrarme en
http://aracne.myrequiem.net =)

Muchas gracias por todo, Mun, y perdona que no te lea en este preciso instante, pero voy con el tiempo justo para llegar a segunda hora ^^U
Tengo tantos posts atrasados... Que tardaré en ponerme al día!

Huyo despavorida de estas tierras,
Mordiscos =)

Klover dijo...

Tarde pero llego ^^

La frase encaminaba a ello y lo has aprovechado ^^ Debe ser una gozada campar a tus anchas por el cielo...aun con un sol acechante en las proximidades...Un Ícaro con phobia al vuelo...y una revisión con fuerza del mito aunque...si me dejas...los "mases" creo que son múltitud en esta frase...(no sé...quizá a ti te suene bien...^^): que cada vez descendía más y más. La espalda ya no le dolía más.


Encantada de leerte y conocerte ^^ A ver si lo repetimos algún día ^^ Un abrazote

Aracne dijo...

Es la primera historia de Ícaro en la que no muere combustionado por el sol. Un gran adelanto para la psique colectiva y su miedo a alcanzar sus más altos sueños.

Aunque... Una mala noticia para los que no tenemos alas. Eso de quedar aprisionado en un avión sin que te duela la espalda es síntoma de muerte segura. Creo.

Qué bonito y barato es volver a leerte. Para que luego digan que los buenos momentos son caros ^^

¡Me pasaré por lo anterior! =)

Aún más mordiscos que esta mañana xD

Anónimo dijo...

Un Ícaro adaptado a los tiempo modernos, sólo que esta vez el laberinto eran sus propios miedos internos de los que quería escapar.

Me ha gustado, pero creo que la historia ha quedado un poco tópica y clásica, sobre todo sabiendo que eres capaz de ser más imaginativa y creativa ;)

Un besazo, preciosa!

Anónimo dijo...

Me siento verdaderamente halagado, una vez más esa magia que tu le impregnas a cada una de las palabras logra que cada uno de los que te leemos (asi sea esporádicamente) vuele en su mente, se eleve muy alto y por un instante...

Gracias querida Mun, es un detalle muy bello, perdón por la tardanza y te deseo un bello y mágico 2008.