No me detuve a preguntarle cómo se encontraba. Me subí al coche, lo puse en marcha y me lancé de nuevo a la carretera. Nunca me ha gustado correr más de lo necesario; suelo ser de los que van a una velocidad moderada y se dejan envolver por el paisaje, aunque sea el mismo de cada día. Me encanta apreciar cada detalle, desde una casita lejana hasta el sinuoso recorrido de un riachuelo anónimo. Me encanta apreciar cómo cambian estos pequeños detalles del paisaje si los baña el intenso sol de mediodía o la luz anaranjada del atardecer. Sin embargo, aquella vez no había tiempo para nada de eso. Aquella vez me sorprendí reventando los límites de velocidad.
A mi lado, Eva se arqueaba como si una aguja invisible le torturara la espalda. Gemía intentando esconder el dolor que sentía, mientras yo reunía todos los posibles para ir más rápido. Cuando entramos en la ciudad, pareció calmarse, y se quedó relajada, con la cabeza hacia atrás y los ojos entornados, mientras respiraba hondo. Tan hondo, que parecía robar todo el aire para ella.
–No me lleves al hospital ––suplicó en un hilo de voz.
–¡Pero, Eva, que te estás muriendo!
–No me van a querer curar… Aquí sólo hay hospitales para humanos… Y a mí no me querrán curar… Si en el resto del año no lo harían, hoy menos… Vamos a tu casa, Abel, por favor...
Eva conocía mi profesión casi mejor que yo. Y sabía que los cazadores de demonios tenemos en nuestras casas los medios para curar a los seres como ella. A veces los necesitamos bien vivos para interrogarles. Y yo, en aquella ocasión, la quería viva. Sin condiciones. Y sabía por qué, aunque me negara a reconocerlo.
La tumbé boca abajo en mi cama y le desabroché el vestido. Bajo la cremallera, descubrí dos secretos que me hicieron temblar, cargado de emociones que ahora no sabría explicar. El primero era que no había herida; sólo sangre seca. El segundo, era un diminuto cuadrado de tela recortado, enganchado a la cremallera. Cuando lo examiné, me di cuenta de que pertenecía a uno de mis pijamas; el que había usado Eva para dormir. Me estremecí.
–¿Tengo mal aspecto? –preguntó ella, con un inusual tono preocupado–. Me gustaría verme la herida, pero sabes que no puedo...
–Tranquila, está bien… Está mejor de lo que pensaba… ––farfullé mientras le limpiaba la espalda, asombrado. Su piel continuaba muy fría, pero lo podía aguantar.
–No lo sé, no me duele nada. A mí nunca me duele nada, hasta hace un rato. Era una sensación insoportable, pero me gustaba, porque era como ser humana por unos segundos…
–Eva, no te duele nada porque está cerrada la herida. ¿Es que puedes regenerarte instantáneamente?
–No... pero debe ser cosa de Gaia, que corrige todas las alteraciones que se hacen en el Día del Equilibrio. Todas…
Se incorporó despacio, con el vestido desabrochado. Y su espalda irguiéndose curvada me resultaba graciosa, como la de un animal que se despereza. Luego, se quedó sentada sobre la cama, con los dedos del pie rozando mi cadera.
–Qué decepción –agregó–. Yo quería ser uno de vosotros.
–¿Uno de nosotros?
–Sí. Ya te dije que hacer del pecado una vida normal se acaba convirtiendo en aburrido. Cuando lo prohibido se convierte en norma, ya no divierte. Y quise probar otra vida, algo que me llenara más. Os observaba a los humanos, cómo sufrís y disfrutáis de cosas que a mí me resultaban indiferentes. Hasta que las probé. Tenéis comidas muy ricas, como los cruasanes que me has dado esta mañana o un tazón de chocolate caliente que me preparé en tu casa, antes de que vinieras. Me gusta ir al cine y vivir lo que contáis en las películas, saltar en los conciertos de rock, visitar sitios como el Acantilado de los Ángeles, ir a los museos a ver cuadros, aunque no me guste cómo retratáis a los demonios, porque no nos parecemos en nada, como ya ves… Me encantan vuestras novelas, tanto las de ahora como las antiguas, y la poesía. Creo que incluso disfruto más de todo eso que vosotros, porque yo lo disfruto como si fuera una primera vez, cuando para vosotros es algo normal… Y aún me perseguís por ser un demonio… Supongo que me lo merezco, en el fondo, porque por mucho que la mona se vista de seda…
Mientras hablaba, mis ojos se caían en su leve sonrisa, que parecía estar luchando contra la máscara invisible de su rostro. Me fijé en sus dientes menudos, perfectamente alineados, que se confundían con sus finos labios.
–El otro día me puse triste, porque estaba en la discoteca… me gusta bailar, también… y estaba en el baño y había una chica. No era muy guapa, pero se miraba al espejo y sonreía encantada… Se pintaba los labios y parecía estar contenta con cómo le quedaban. Tenía los ojos muy negros… y le brillaban mucho… Entonces me di cuenta que yo nunca podré saber cómo me quedaría un pintalabios… Sé que soy albina y muy delgada, porque me veo el cuerpo, y sé que tengo el pelo muy largo y liso y blanco, porque me lo veo, aunque me lo peine a ciegas… Pero no sé cómo es mi rostro, ni cómo sonrío… ¿Sabes? No sé que me pasa últimamente, pero desde que vivo en la Tierra, sonrío a veces, me doy cuenta… Pero no lo hago voluntariamente, sólo cuando siento… El primer día que te vi salías de la agencia y tropezabas con una baldosa levantada. Me pareciste muy guapo, y estabas muy mono cuando te levantaste y te sacudiste la ropa. Mirabas a todos lados, rojo, rojo, rojo, y pensabas que nadie te vio, pero yo sí y allí fue cuando me fijé en ti. Y sonreía, pero no lo sabía. Sonreía como ahora, y todavía no sé cómo es mi sonrisa.
Aún creo que fueron imaginaciones mías, pero Eva brillaba. Como ya dije antes, su piel contrastaba con la penumbra de mi cuarto y resaltaba como si fuera una luna llena. Pero emitía un resplandor cálido. Y lo que más brillaba de ella eran sus ojos, que parecían volverse agua que goteaban por sus mejillas. Casi activado por un resorte, me saqué un pañuelo del pantalón y le sequé la mejilla.
–Es sangre lo que lloro, lo sé… Y eso mancha, no como las lágrimas vuestras. Os envidio en eso. Límpiame bien, que no quiero mancharte la cama.
–No digas bobadas, Eva. Sólo que para una vez que te veo emocionarte, no me gusta verte llorar.
Me quedé con la mano sobre su mejilla, absorto. Su piel era caliente. Temperatura corporal de 36 grados. O si no eran 36 grados, estaba cerca. Sin salir de mi asombro, recorrí su rostro con la yema de mis dedos, comprobando que el calor salía de cada poro. Ella se quedó seria y muy quieta, esperando alguna reacción mía. Cuando aparté la mano, sentí la suya sobre mi mejilla, para luego hacer en mi cara el mismo recorrido que yo hice en la suya. Finalmente, su mano acabó en mi nuca, y mientras su rostro se acercaba el mío, me sentí como si me pasearan el fruto prohibido por los labios.
Ya sé que muchos esperabais a esta parte de la historia, y muchos diréis que se veía venir. Y estoy de acuerdo con vosotros; era inevitable. Lo supe desde el momento en que la vi tendida en mi cama, viendo aquella película porno. También os quejaréis de que no se alargara el momento hasta la noche, pero las cosas pasan cuando han de pasar.
Pues sí. Sucedió.
Seguramente esperéis que os lo cuente todo con pelos y señales, y siento decepcionaros, pero no soy esa clase de hombre. Pero sí os diré que era como hacer el amor con alguien por primera vez. Yo nunca me había acostado con un demonio, y Eva, según me dijo después, había practicado el sexo muchas veces, pero nunca había hecho el amor.
Después, cuando ella se derrumbó sobre mi cuerpo, me adormilé pensando en que había infringido el Día del Equilibrio, y en las consecuencias que eso traería. También pensé que había caído en su telaraña y que me devoraría el alma. “Ella era tu trabajo, Abel”, se lamentó mi conciencia mientras se difuminaba en el sueño. “Llevabas detrás de ella un mes y cuando consigues atraparla, te dejas atrapar tú. Eres gilipollas, cuando despiertes, si Gaia no te ha destruido, habrá sido ella quien se habrá comido tu alma."
Y sin embargo, al despertar, que sería bien entrada la tarde, no había pasado nada.
Estaba solo en la cama, como tantas mañanas que había despertado en ella. Sobresaltado por unos dulces sollozos, me levanté, para encontrarme a Eva de pie delante del espejo de mi armario, tan desnuda como en nuestro encuentro amoroso. Con la boca entre las manos, sus ojos escarlata se deshacían en lágrimas saladas y transparentes, al mismo tiempo que se examinaba. Luego se giró y me miró, con el rostro empapado y radiante, mientras susurraba:
–Nunca me imaginé que tendría esta carita de japonesa.
FINMun, the Humanized Doll
Dibujo:
Lilith, de
Silvair
12 recogieron sus pétalos:
Este relato es el producto de una idea que llevaba tiempo gestándose en mi cabeza. También es un ejercicio mío personal y un pequeño experimento. No estoy 100% contenta con el resultado, pero es posible que profundice en la historia y remodele el relato. Lo discutiré con mi Musita. De todos modos, me alegra compartirlo con vosotros.
Besos a todos,
Mun
Tu no estás contenta al 100%, pues yo sí, me ha gustado mucho, lo he disfrutado a tope, y se merece ser publicado.
Muchas gracias ha sido un relato magnífico.
Gracias otra vez y un beso.
pues tu musita ha hecho pero que muy bien su trabajo, tal vez a medida que avanzaban los capitulos el ritmo iba variando un poco... no sé, a mi me encanta la historia. Si te sientes perfeccionista, tal vez podrías echarle un vistazo a esta última parte, a mi me parece perfecta excepto por dos detalles; en el primer parrafo me choca un poco que abel se ponga a divagar sobre cuanto le gusta observar el paisaje cuando en ese momento, al lado, la mujer de la que se está enamorando tiene un tiro en la espalda, y en "Sonreía como ahora, y aún sé cómo es mi sonrisa" creo que le falta un "no"... por lo demás, ya te digo, perfecta :)
mil besitos guapa.
pd. veo que te acabas de pasar por mi blog... te pedía en los comentarios que me hicieras de correctora (como con Pedro ^^) al parecer tiene un monton de erratas, y es que me da miedo volver a leermelo porque cada vez tengo menos ganas de continuar con la historia :P... en fin, luego se lo pido a albert.
estoy pallá...
Pues deja que se sigan gestando ideas en esa cabeza tuya, por que si son como esta merecerán la pena. La verdad es que el final no por esperado (el protagonista tiene toda la razón XD ) no deja de ser menos bueno, al final lo que realmente importa es el como, y eso ha sido muy bueno. Si además tenemos en cuenta que el conjunto de la historia va y vien y es capaz de mantener la intriga y el intereres. Además por así decirlo cada capítulo tiene su personalidad propia ¿Tú que más quieres? ¿Ganar el Planeta? Deberías estar contenta al 100%
Un abrazo,
Pedro.
Me has emocionado guapa...
Me ha encantado, sin duda y, aun con final esperado, lo has sabido conducir con maestría. Una pena que se acabe, pero magnifico desarrollo y final...y no es peloteo XD En serio: chapeau. Sigue con estos experimentos. Me ha pasado como a Tormenta con la descripción de la velocidad del principio pero salvo eso...
ah!por cierto gracias correctora! te voy a tener que contratar XD Un besazo!
Como dice Kloverina una pena que tan magnífico trabajo llegue a su fin.
Discutir con tu Musita? Lo que tienes que hacer es colmarla de felicitaciones!! Por la narración, por la ternura y misterio en que la has envuelto, por lo acertado en la división de cada capítulo manteniendo la emoción, porque aunque se hubiera intúido el final como sugiere el protagonista, el lector ya estaba enganchado.
La descripción del amor en el momento de mostrarse es genial.Casi son tus palabras la yema del dedo sobre la piel de una lectura entrañable.
Chapeau!!
Un abrazo!
me ha gustado mucho, la verdad es que he tardado muhco en leerlo, y me habia perdido de una parte, así que ...
vaya...
me quede.
y creo que volveré más tarde a mi mundo
saludos.
a mi desde luego me mantuviste enganchada al 100% desde el principio hasta que mira he llegado al final...
Lo que tienen las historias por capítulos es que a veces te hacen perder el interés, (hablo en tema blogs) pero en este caso era imposible. A mi al menos me interesaba el tema, quería saber que pasaría aunque me lo imaginara, pero quería saber si sería así o no!
Hay ideas muy buenas aquí mun en serio, si no me hubiera gustado con no comentarte lo tendría todo solucionado, pero no es el caso.
Es difícil estar contenta del todo con un escrito, reelemos y empezamos a saquerle peros, pero estate orgullsa de tus musillas porque al menos yo lo estoy. Inlcuso los cambios le dan otro aire al escrito, deja de ser monótono.
1besito.
¿te vemos por madrid?
Un final, aunque algo esperado, precioso. :)
A pesar de ser previsible tiene un toque genial que me gusta ;).
Un beso!
Gracias, Muñeca.
Buen final :) Aunque mi perfeccionismo me dira que entre mas lo remodeles sera mejor..casi siempre el primer impulso a la inspiracion es el mejor
Besos..seguimos leyendo
Y finalmente ocurrió. No hubo sexo explícito, pero sí formó parte importantye de la historia :)
Me ha encantado la frase "Cuando lo prohibido se convierte en norma, ya no divierte". No deja de ser curioso que al final un demonio tenga envidia de nuestro equilibrio entre el bien y el mal. ¿Habría dicho lo mismo un ángel?
Un besazo, preciosa!
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