miércoles, noviembre 21, 2007

El trabajo (IV)


Si conocierais a Caín, tardarías tiempo en daros cuenta de que es humano. Su grotesca figura encorvada y su mirada sombría en perpetua hostilidad hacían pensar que era un diablo. Pero era un cazador de demonios como yo. Bueno, como yo no. Él y yo teníamos un sentido de la justicia distinto, como me demostró una vez más en el Acantilado de los Ángeles Caídos.

Caín me apuntaba con su pistola de luz. Su gigantesca boca se deformaba en una risa monstruosa que aplaudía su victoria. Yo me preocupaba por tumbar a Eva en el suelo, lejos del precipicio, y por ahogar un inexplicable dolor que emergía en el centro de mi pecho.
–Eso, muy bien, déjamela aquí que mañana la cobraré –se burló sin dejar de reír.
–Eres un cabrón.
Apenas me salía la voz. Ni las lágrimas. Y tanto mejor, porque a Caín no iba a darle ese gustazo.
–Desde luego, Abel, no sé por qué todos los honorarios y los pluses iban para ti. Tú siempre has sido un blando como todos. Hasta ahora, no se te ha escapado ni uno, pero al plantarse este chochete delante has bajado la guardia. Yo de ti me la habría cargado hace horas.
–Pero cómo has podido…
Caín se agachó delante de mí. Con su mano libre, me agarró firmemente la barbilla y me obligó a mirarle. Resplandecía de satisfacción.
–No jodas que me vas a llorar por esta zorra del infierno. Mírala. ¿Pero no te dabas cuenta que iba contigo para esto, para que te diera pena matarla? ¡Vamos, hombre! Si es lo que ha hecho con todos. Tú no te mereces ser cazador de demonios. El sexo es el sexo y el curro es el curro. Mezclar las dos cosas fue lo que hicieron los demás, y mira de qué les sirvió. Si hay alguien que merece tanta recompensa y tanta fama, ése soy yo.
Aparté su garra de un manotazo, como si fuera una molesta mosca. La ira me explotó en la voz:
–¡TÚ ERES EL QUE NO MERECE SER CAZADOR DE DEMONIOS! ¡TÚ NO TIENES RESPETO POR NADA NI NADIE! ¡NOSOTROS TRABAJAMOS PARA LA JUSTICIA! ¡RESPETAMOS LAS NORMAS! ¡SE TE HA OCURRIDO PENSAR QUÉ DÍA ES HOY!
No me di cuenta, pero lo estaba zarandeado mientras él me miraba sorprendido, reanudando su risa demente. Finalmente, se zafó de mí y volvió a apuntarme con su pistola, mientras se atusaba su melena grasienta con la mano libre. Sobre mi frente sentí el gélido cañón mientras él me fusilaba con sus palabras.
–A eso es a lo que me refiero, Abel. Los blandos como tú se someten a las normas sin cuestionarlas. Putos borregos. ¿Por qué tiene que existir un puto Día del Equilibrio, a ver? ¿No es nuestra misión limpiar la Tierra de demonios? ¡Qué más da el día que sea! ¡Para algo somos cazadores de demonios, hostia! ¡Nuestra misión es mantener a la humanidad segura, joder! ¿De qué sirve darnos un día de descanso, en el que los demonios podrían hacer de las suyas? Y dirás: “no, Caín, incluso ellos respetan el Día del Equilibrio”. ¡Tú qué sabes! ¡Nunca te puedes fiar de ellos, no saben lo que significa la paz! ¡Y para eso estamos, Abel, para asegurar la paz a la Tierra! Si tú también crees que se merecen una tregua, es que no te mereces tu puesto.
Ni el propio Caín se creía su discurso. Él no luchaba por la justicia, ni por ideales nobles personales. Lo único que le interesaba era el dinero y superar a los demás. Sólo aceptaba trabajos por los que pagaran más de 2.000 euros, y sólo si éste implicaba disputárselo con otro. Desde que me inicié en la profesión, hará unos diez años, siempre trataba de desbancarme. Y ya sé que sonará poco modesto por mi parte, pero yo siempre he trabajado con tesón y constancia; siempre he procurado perfeccionar mi tiro, mis técnicas de investigación, y eso hizo de mí uno de los cazadores más valorados. Y Caín, que era más mediocre, siempre me detestó por ello.

Y ahora, con el caso Eva, era la suya. Yo le conocía tan bien que podía predecir cada paso de su plan. Hasta ahora se había dedicado a seguir mis pasos y averiguar cuál era mi misión. Ahora que había eliminado a Eva, iba a eliminarme a mí para colmar la satisfacción de su odio. Luego cargaría ambos cadáveres en el coche y los llevaría a cualquier comisaría para cobrar la recompensa por el demonio capturado. También alegaría que me mató por traidor, y eso le sumaría a su bolsillo unos 1.000 euros más. Pero Caín no contaba con el castigo que recibían los violadores del Día del Equilibrio.

Todos lo temen, pero pocos están informados de él. Y mi compañero no pertenecía a este último grupo. Él consideraba que la infracción del Día estaba penada con cadena perpetua, y que era un delito fácil de ocultar, como un robo. El muy inocente no sabía que Gaia estaba más atenta que nunca a los atentados que se hacían contra su paz. Y mucho menos sabía que, una vez se veía alterada, La Señora Universal corrige esta falta eliminando al infractor.

Por eso mismo, no tuve que luchar contra él. Mientras vomitaba su verborrea demagógica, se paralizó en seco, como si alguien lo desconectara. Entonces se irguió como si se hubiera pinchado en el pie y comenzó a voltear sobre sí mismo en un torbellino de gritos dolorosos. Finalmente, tropezó con el borde del acantilado y se despeñó. Las olas del mar lo engulleron y yo esperé que los espíritus de los ángeles fallecidos supieran limpiar su asquerosa alma.

Sin Caín, me sentí como si alguien me liberara de una carga que me lastimara los hombros. Me descubrí con una sonrisa aliviada en el rostro. Era una persona muy molesta en mi vida. Hasta aquel momento, sólo había sentido indiferencia hacia él, y debo reconocer que me costó darme cuenta de que, después de haber asesinado a Eva, lo odiaba con toda mi corazón. Y, por otro lado, su muerte me supo a poco. Después de tantos años parasitando mi vida, que hubiera aparecido y desaparecido en un fogonazo, me produjo cierto hueco descontento. No obstante, había dejado de existir, y eso era lo que importaba.

Con el dolor oprimiéndome las entrañas, volví hacia Eva y la levanté en brazos para llevarla hacia el coche. Me resultaba tan ligera que la aferré con fuerza por miedo a que el viento se la llevara con él. Antes de conocerla, cuando me la asignaron, pensaba que sentiría un alivio profundo al verla muerta. Y en realidad me sentí como si me hubieran arrancado un brazo.

Mientras la sentaba en el asiento del copiloto y le abrochaba el cinturón, me di cuenta de que respiraba. Su voz, que parecía el quejido de alguien a quien le acaba de sonar el despertador, me sobrecogió:
–¿Es así el dolor como lo sentís los humanos?


Mun

Continuará...


Imagen extraída de la serie Trinity Blood

10 recogieron sus pétalos:

Pedro dijo...

Aquí me tienes, encantado con esta pequeña novela ;) Mantienes el interes y el ritmo por todo lo alto, además como en cualquier entrega por capítulos nos dejas en lo más interesante.

Ahora una queja, me tienes completamente despistado con las fechas de entrega del serial :D

Un abrazo,

Pedro.

Klover dijo...

:) Tengo una pequeña ventaja respecto a Pedro...y es que el bichejo llamado feevy me avisa ^^

Disfrutando con tu historia ^^ Se te da bien esto de los continuará ^^

Se te ha colao un pequeño despiste (te aviso para que te quede mejor el texto ^^): mira el "quedará sonará poco modesto por mi parte" allá por la mitad del relato o así ;)

Un abrazo

Ah! y me tienes que confirmar una cosilla :) seguramente pueda estar el domingo ^^

TORO SALVAJE dijo...

Guapa Mun, lo compensaste, la has resucitado, biennnnnnnn, jajajajaja, me encanta, vengaaaaaa, está todo perfecto.

Besos.

Anónimo dijo...

Ahora si pude leer toda la historia..wow..fuerte..das las impresion de ser tan adorable..nunca me hubiera imaginado tu escribiendo esta historia.
Esperando la continuacion ^^


Besos

Ailën dijo...

Y me vuelvo a perder cada cierto tiempo...

Pero regreso y continúo, porque la verdad es que la historia me encanta!

Es el tipo de historia que tiene algo que obliga a seguir leyendo después de cada palabra.


Un beso,
Ailën

Pugliesino dijo...

Me quedé con tu versión de La bella durmiente, y ahora me quedo con tu versión de la historia, que ni siquiera sé si los nombres de los personajes pretenden ser más que meros nombres, pero me quedo con ella. Adaptada a nuestro tiempo escribes maravillosamente bien un trabajo por el que el tiempo no pasa. Mezcla de mitología y cualidades humanas, héroes y villanos,ángeles y demonios, él y ella, odio y amor. Y la magia que hace que todo lo preestablecido, lo que parecía predestinado cambie. Lo inesperado que sorprende.
Un trabajo mágico, muy bien hecho!! Aguardo el siguiente capítulo. Un abrazo!

Anónimo dijo...

Me tienes bastante (muy) enganchada a esta historia, y cada vez me gusta más *-* Me encantan Abel y Eva (es posible que ya te lo haya dicho) y tengo ganas de ver qué haces con ellos, no sé si me gustaría más un final feliz o uno dramático, así que dejaré de especular y esperaré a leer el tuyo, que promete ser inmejorable ^^

tormenta dijo...

uffff menos mal que salvas a eva! ... de momento.
sigo enamorada de los personajes y del tratamiento que le estás dando a la historia.
sigo atenta, no te pierdo de vista,
un beso princesa mun
espero que estés pasándotelo bien por los madriles

Anónimo dijo...

Hola Mun,

he descubierto hoy este blog tuyo y esta historia por entregas. Me parece fascinante. Ya tengo ganas de leer la siguiente entrega :)

Un grato placer leerte.

Anónimo dijo...

Poco a poco se va desvelando la trama :) Y los personajes evolucionan suavamente. Haces que la percepción de Eva como demonio cambie tanto para el protagonista como para el lector sin darse cuenta.

Quizás la aparición y "desaparición fugaz" de Caín es un poco precipitada y abrupta, pero igualmente tiene su momento de gloria en la historia como un personaje secundario que es :)

El final está cerca, lo presiento ^^

Un besazo, preciosa!