jueves, diciembre 03, 2009

Dream on

A veces descubres que sabes hacer un truco y cuando lo quieres repetir, lamentas no recordar los pasos exactos que has seguido para conseguirlo. Eso mismo experimenté anoche. Quería repetir la travesura de meterme en tus sueños para despertarte y no me salió. O si me salió, no me acuerdo. Me he despertado con el insípido recuerdo de no haber soñado nada. Aunque ya sabemos que nunca es así.

Creo que me has cerrado la puerta porque tienes miedo a que lo haga de nuevo. La verdad es que fui muy maleducada; eso de colarme en tu sueño por las buenas, sin avisarte, está mal. Y menos mal que sólo estabas comiendo en aquel lujoso comedor y que no tiré la mesa con el coche. Y eso que conducía bastante bien para no tener carné en el mundo real.

Me inspiré en el libro que estoy leyendo. En una escena el protagonista entra en los sueños de su hermana y ésta le reprende por ello. Me imaginé de nuevo aquella escena antes de dormir y aquello me llevó a imaginarme qué pasaría si yo hiciera igual. Sé que no tenía que haberlo hecho. Pensé en ello como la clásica broma que no estás dispuesto a hacer porque te faltan medios. Y al final me salió.

Los sueños son tan peligrosos como los deseos. De hecho, mucho de ellos son deseos que necesitan agazaparse tras el subconsciente. Si se asomaran a nuestra conciencia, nos harían sentir culpables, a pesar de que sabemos que no son voluntarios. Por eso existe la noche, para que salgan libres y se diluyan en películas incomprensibles de lógica desordenada. Y tú tienes miedo de lo que pueda hacer en ellos. No te culpo por ello. De hecho, ni yo misma sé lo que haría, y eso me da miedo. A la mañana siguiente trataría de justificarme, y no confiarías del todo en la máxima “los sueños, sueños son”.

Pero puedes estar tranquilo.

A medida que los párpados caen, llamo a tu puerta. No pienso dormir, porque quiero que mi consciencia dirija cada uno de mis actos y así luego puedo guardarlos en precisas fotografías para mi memoria. Sabes que no te haría ningún daño, así que déjame entrar. Sé que estoy aquí porque me has llamado y yo he acudido, porque nos echamos tanto de menos que otro abrazo se ha convertido en una urgencia.

Sé que quieres. Y yo también. Ambos sabemos que la voluntad es el motor de la magia.


Mun, the Dreaming Doll

Fotografía: Dream on, de Asiy

4 recogieron sus pétalos:

Laura Luna dijo...

Mucho sin escribir. Mucho sin Nebuloso. Esto no puede ser...

TORO SALVAJE dijo...

Si.
Eres algo tardona.
Pero es perdonable porque luego vienes con buenas letras.

Besos.

Rebeca Gonzalo dijo...

¡Dios mío! Ya me gustaría a mí, tras permanecer largo tiempo desentranada, escribir algo la mitad de bueno que esto. Un abrazo.

luis f. lópez dijo...

Pues has vuelto con fuerza! Me gusta lo mágico de este relato. Como poco a poco, y al igual que la protagonista, nos sumergimos en el mundo de los sueños...