lunes, febrero 11, 2008

El acoso de Valentín













Todo sucedió en un minuto. Nada más abrir la puerta de casa, vino hacia mí una avalancha de corazones. Por un segundo, creí que se trataba de un ataque de los Osos Amorosos, cuando me acordé de la fecha en la que estaba. Me planteé quedarme en la cama, refugiada en la calidez de sus sábanas, pero el deber me reclamaba.

Mientras me encaminaba hacia la oficina, aquella nube de color rosa-rojo-pasión-de-película-hollywoodera me perseguía por las calles, pero yo fui más rápida. Este año no iba a poder conmigo.

Era una carrera larga y difícil, y es que las calles de la ciudad a veces pueden ser un perfecto emulador de los 100 metros (o más) valla olímpicos. La ola gigantesca de corazones (a la que se había sumado un ejército de ositos multicolores), casi consigue engullirme, pero pude esconderme en un callejón y sentarme a descansar, antes de expulsar los pulmones por la boca.

Allí es donde cavé mi tumba. Me había sentado delante de unos grandes almacenes.

Los prolongados escaparates estaban panelados con sirenas seductoras que me proponían un sinfín de perfumes con los que demostrarle mi amor. Sensuales hechiceras abrían bajo mi nariz múltiples estuches para lucir más hermosa ante Él. Y en medio de aquel torbellino de purpurina que jugaba a ser magia, me encontré hipnotizada por aquel gato de peluche que dormía en una esponjosa cuna en forma de (cómo no) corazón.

Me suplicaba con sus dulces ojos redondeados que le comprara, para quedármelo yo o para regalárselo a Él. Y yo luchaba contra mis pies, que se movían hacia la puerta de aquel comercio para adquirir aquel gatito a cambio de unos modestos quince euros.

Entonces, lo sentí detrás de mí, rodeándome por la cintura. Sin girarme a ver quién era, yo ya sabía que era él. Muchos pensaréis que saluda a la gente disparándole una flecha al corazón, pero no. Te abraza por la espalda y te tiende una gran manzana roja.

–Adelante, cómpraselo en mi nombre y regálaselo. ¿No pensabas dejarle sin un regalito tal día como hoy, no? ¿Y qué harás si viene él y te regala un colgante cuyo precio exprese lo mucho que te ama? ¿Vas a recibirle con las manos vacías? Vamos, no pretendas ir de punkarra antisistema. Sabes que este día existe para reafirmar las relaciones y recordar lo importante que soy. La gente que me odia es porque no me tiene. Pero tú sí me tienes, ¿no? Tú nunca me odiarás, ¿no?
La manzana se iba convirtiendo en un gran globo que imitaba un corazón, que cada vez se iba hinchando más y más. El gatito de peluche se reflejaba detrás de él, aún más incitante que antes. Mis pies iban perdiendo la conexión con mi cerebro, al mismo tiempo que mi mano se hundía en mi bolso… Pero es aquí donde el corazón y la razón se unen para ser más fuertes.

Abofeteé la manzana, que cayó al suelo y se hizo añicos, como si fuera un frasco de cristal (¿o perfume?). Por una vez, me giré y me enfrenté a aquel Valiente que clasifica el valor de las personas según su estado civil, y le juré:
–Este año no, Valentín. Este año no podrás conmigo. Estoy enamorada.


Mun, the Doll in Love

Imagen: Valentine's Day, de Doscaras