martes, octubre 30, 2007

Odisea























–¿Por qué el mar es azul? –preguntó Nausícaa mientras sus ojos se sumergían en las olas.
Si existiera alguna persona con voz de sirena, ésta sería Nausícaa. Ulises utilizaba La Odisea de Homero para esquivar la hipnótica mirada turquesa de la muchacha. Pero ante la voz de ella, no se pudo resistir a responder.
–N-no sé… –balbució– Creo que es porque refleja el cielo… o algo así.
–Eso es una leyenda urbana. El mar en sí es azul.
Ulises procuraba mantener la vista en las líneas del libro, que se tambaleaban junto al traqueteo del tren. Odiaba estar en aquellos asientos que no sólo te obligaban a ir de espaldas, sino a estar sentado cara a cara con un desconocido. Y es que no había algo más incómodo que buscar un lugar donde posar los ojos que no fuera la persona de delante. Mucha gente se toma las miradas como un desafío, otras como una invasión y otras como un indicio de acoso. Y en esta ocasión, el invadido/desafiado/acosado era él.

Hacía más de una hora que se habían subido en el tren, tras dos tediosas horas de autocar desde la estación de Sants. No lo quería admitir por temor a resultar un engreído para sí mismo, pero había jurado ver a esa chica apartar a la gente para asegurarse un asiento a su lado. Y cuando se subieron en el tren, la casualidad quiso que ella compartiera el asiento opuesto al de él. Aunque tenía dudas sobre si era el que le correspondía.
–Entonces, ¿por qué el mar es azul?
Esta vez, Nausícaa le había golpeado la rodilla, exigiendo una nueva respuesta. Y él tuvo que mirarla de nuevo. Aquel luminoso rostro aniñado y aquella bonita silueta habrían bastado para que cualquier hombre dejara la lectura de lado y se perdiera en su escote. Sin embargo, a Ulises le había llamado la atención lo bien que le sentaba aquella boina en su ondulada melena azabache, y el aspecto de marinera que le daba ese jersey a rayas rojas y blancas.
–¿No me vas a responder?
Ulises no estaba para impartir clases de ciencia. Ni siquiera para cortejar a una linda jovencita. Sólo quería llegar a casa.
–Mira, no estoy para eso. Estoy hecho polvo porque llevo tres horas de viaje, y las que nos quedan. Encima estoy cabreado porque me he enterado de que no nos devuelven el billete. Y tengo hambre y sueño. Y sólo quiero llegar a casa para cenar e irme a la cama pronto.
–Pero si hablamos, el viaje se hará más ameno, ¿no crees?
–Bueno, pero yo ya estoy con mi libro. Hay más pasajeros en el tren, si quieres.
Pero el resto de viajeros dormía. Y Nausícaa se había fijado en Ulises. Cualquiera de sus amigas le preguntaría qué había visto en un cuarentón soso y fofo, que ni tan sólo tenía la elegancia suficiente para llevar aquel traje. Y ella respondería que era el único que se dignó a ayudarla a subir una maleta que pesaba más que ella. Y que le atraía su mirada tímida e inocente, en desacorde con el resto de su aspecto.

Entonces la chica sacó un cuaderno de su bolso y un lápiz. Y con los ojos sumergidos en el mar que pasaba ante ellos en rápidas diapositivas, se puso a dibujar. Su lápiz hacía de él una fotografía perfecta, y Ulises no podía concentrar de nuevo su mirada en la lectura. Se encontraba hipnotizado por la danza del carbón sobre el papel, en el que trazaba unas olas perfectas que parecían moverse con vida propia. Sólo reaccionó cuando Nausícaa guardó el lápiz y sacó un crayón lila.
–Pero si el mar es azul…
–Bueno, no me has dado ningún motivo para ello. Y me gustaría ver un mar lila.
Antes de proseguir con la coloración de su obra, la muchacha escrutó a Ulises de nuevo con una sonrisa entre dulce y enigmática. Y de nuevo, aquellos ojos turquesa que le anulaban toda capacidad de pensamiento y habla. Y de nuevo, Ulises calló.

Ahora era el crayón el que bailaba una pieza de luces y sombras sobre el mar dibujado. Y él intentaba comprender qué quería comunicar la muchacha mediante ese paisaje inventado. Pero, ¿cómo iba a hacerlo, si ni él mismo sabía por qué el mar era azul? Como si leyera sus pensamientos, Nausícaa le respondía:
–En el mundo ya tenemos muchas normas que aceptar. El mar es azul y la hierba es verde. Y por mucho que nos empeñemos, no podemos cambiarlo. Sin embargo, en el arte somos dueños de nuestras normas y de los mundos que creamos. Y si yo creara un planeta, haría un mar violeta, porque es mi color favorito. El lila es el color de la magia, y un elemento tan lleno de misticismo como el mar, no puede tener otro color. Al menos, para mí.
Ulises la continuó contemplando mientras pintaba. Cuando acabó, Nausícaa le entregó la lámina.
–¿Para mí?
–Claro.
–¿Pero por qué?
–No sé. Me apetecía hacerte un regalo. Me has caído muy bien.
Ulises la cogió y la miró. A pesar de los colores, era un dibujo casi tan preciso como una fotografía. Lo dobló en dos y lo guardó en su maletín, junto con las actas de la reunión que había tenido ese fin de semana.
–Si te retratara a ti, te pintaría de marrón.
–¿Marrón por qué? –se sorprendió Ulises.
–Porque estás diluido en la tierra. Eres una abeja más del enjambre… No te lo tomes a mal, no te quiero ofender… Me refiero a que tienes una vida basada en tu empleo, y con una familia a la que dedicas el resto del tiempo. Lo sé por el traje que llevas y el anillo. No vienes de un viaje de placer, sino de negocios. Y si fuera de placer, habrías escogido otro medio sabiendo el follón que había en RENFE.
El hombre la miró embobado. ¿Qué edad tendría? ¿Diecinueve? ¿Veinte?
–¿Sabes qué? Voy a dibujarte a ti.
Acto seguido, Nausícaa le señaló el maletín al hombre y éste entendió lo que quería. Le devolvió el dibujo del mar, sobre el cual la muchacha inició una nueva danza con el lápiz. Estaba fotografiando con sus dedos a un Ulises distinto. No era un Ulises en traje sentado en el tren, sino un Ulises con la parte inferior en forma de pez, sentado a la orilla del mar. Cuando terminó el dibujo, se lo entregó de nuevo al hombre.
–¿No vas a pintarme de marrón?
Nausícaa negó con la cabeza, sin dejar de sonreír.
–El color depende de ti.
Nada más pronunciar aquella sentencia, una voz enlatada anunció por megafonía la siguiente parada. Ulises se apresuró en guardar La Odisea en el maletín y levantarse. Una hora de retraso que apenas había notado.
–¿Te vas?
–Claro, vuelvo a casa. Y tú también, ¿no?
Mientras negaba con la cabeza, le otorgó de nuevo aquella sonrisa tan peculiar.
–¿Entonces a dónde vas?
–Me quedo en el tren y visitaré más sitios. Quiero pintar mi vida de muchos colores.
–Ajá… –respondió Ulises desconcertado–– Ya nos veremos, supongo.
Se dio la vuelta, forzándose a no girarse para verla una vez más. Y se sobrecogió cuando notó la delicada mano de Nausícaa aferrarse a su chaqueta.
–¿Por qué no te quedas?
–T-tengo una familia que me espera… Mi vida… Mi trabajo…
–Pero yo podría pintarte de más colores que el marrón, si vienes a bucear conmigo…
Esta vez, Nausícaa no sonreía. Su preciosa mirada turquesa comenzaba a transformarse en agua y su sonrisa de sirena, en una mueca suplicante. Ulises le acarició la mejilla. Nácar.
–Lo siento, muchacha… Eres una chica muy interesante. Dibujas genial. Y se te ve muy inteligente. Y eres muy guapa. De verdad, eres preciosa. De las chicas más guapas que haya visto nunca. Pero me esperan en mi casa.
Con esfuerzo, Ulises abandonó el tren y tomó el autobús. Los atascos no consiguieron impacientarle, pues él continuaba en su pugna por no recordar a Nausícaa. Ni su voz de sirena, ni su dulce sonrisa enigmática. Ni el baile de sus lápices y crayones. Ni su reluciente melena azabache bajo la boina. Ni su mirada de mar. Si aquella chica tuviera algún color, sería el azul.

Tras casi cinco horas de viaje, llegó a casa. En el salón le esperaba Penélope, sentada en el sillón mientras practicaba punto de cruz. El cabello enredado en rulos que intentaban convertir lo liso en tirabuzón. La bata de guata azul desteñido. Aquellos ojos de color plomo que no sabían hablar. Y aquel abrazo mecánico, resultado de todas las esperas a las que estaba acostumbrada. Mientras la estrechaba contra sí mismo, Ulises comprendió que el gris de Penélope era el color que mejor le favorecía a su marrón.


Mun, la Duendecilla Cuentacuentos

Dibujo: Lost at Sea, de Gorjuss, en Deviantart

Dedicado con mucho cariño a Tormenta, porque que es una chica a la que admiro mucho como persona y como artista, y porque parte de la inspiración de este relato se la debo a sus escritos.

22 recogieron sus pétalos:

Miss Lawliet dijo...

Pues yo me quedo con esta frase, por lo cierta que es "–Me quedo en el tren y visitaré más sitios. Quiero pintar mi vida de muchos colores."

Cada uno tiene derecho a pintar la vida con el que color que quiera, o los que quiera...

Me encanta esta maravillosa adaptación de la Odisea. Así que no te quejes, que te ha quedado de fabula.

Un besazo enorme, guapa.

Maya Takameru dijo...

Me ha gustado mucho el relato, sobre todo Nausícaa, hace falta más gente como ella y menos grises y marrones en el mundo. Es verdad que todo parece tener un color que lo identifique, pero deberíamos hacer como ella y sacar una caja de pinturas para volver a pintarlo todo.

PD: te debo la lectura de la semana pasada, empecé con ello pero me faltó tiempo >.< Pero lo leeré!

Anónimo dijo...

Lo bonito de la historia de la odisea es que a pesar de que Ulises tuvo miles de "trampas" que le prometían vidas mucho más felices aparentemente a la que tenía, y a pesar de que Penélope tenía a cientos de pretendientes esperandola, los dos nunca flaquearon en el amor que se sentían mutuamente y se fueron fieles durante todos esos años.

No creo que ninguna persona pueda encuadrarse en ningún color, aunque sí el momento en el que se encuentre. Un día más triste, otro día más contento y colorido, o alguna época de indiferencia.

Por cierto, bonito nombre el de Nausícaa y buena adaptación de una desgracia ferroviaria.

Un besazo, preciosa!

Pugliesino dijo...

La mitología entremezclada con los demonios del s.XXI. La belleza de la tentación frente a la fragilidad de las construcciones actuales, prisas y mecanización de los actos frente al tiempo detenido en unos colores donde la creatividad, la inspiración, la inmensidad de la imaginación que viaja sin necesidad de estación alguna llenando de colores el plano universo de Ulises. Gracias a Naussica descubrirá el color de Itaca.
En fechas en que se habla de una pinacotéca muy famosa tú nos regalas pinceladas de calidad.
Un abrazo!!

tormenta dijo...

jo, me he emocionado Mun! es simplemente precioso.
gracias, no podrías haberme dedicado un cuento mejor; hay en él una melancolía, una belleza en el contraste de los personajes y en el fluir de la historia, hasta el suave desenlace, que adoro.
a mi el cuento me ha impresionado, sinceramente, es sencillo y poetico a la vez, algo que admiro mucho cuando leo... en fin, que estoy encantada ^^
gracias nena, me alegro que algo de lo que yo haya hecho alguna vez, haya inspirado en parte algo tan hermoso.
mil besos y mil abrazos princesa Mun!
pd. jo, que emoción ^^

Pedro dijo...

Muy bueno, una "Odisea" diaria de color gris, de esas vidas monótonas que nos atrapan. Me quedo con la preciosa idea de que con el arte se puede dibujar la vida de otros colores :) Si hubiera sido el Ulises héroe se hubiera marchado con la muchacha (que me harecordado mucho a Clarisse McClellan la vecina de Farenheit 451) , quizás los autenticos héroes son los que regresan con Penélope... no lo se

En definitiva me ha encantado, no solo por como lo cuantas, ni lo que cuentas, si no por ese color que se escapa de la historia.

Un abrazo,

Pedro.

Anónimo dijo...

Me encantó...

A ver... Si te retratara a ti, te pintaría de... rojo. :)

Un beso Doll.

TORO SALVAJE dijo...

Es el mejor post que he leído desde hace mucho tiempo.

Me ha sobrecogido.

Mun, es muy bueno.

Yo no bajaría del tren, para qué?

Te felicito.

Un beso.

Klover dijo...

¿A qué dices que te quieres dedicar? ¿A la pintura? ¿Al punto de cruz? Mun...tienes una calidad envidiable y este cuento, como muchos otros que te hemos leído, lo demuestra con creces. Tan bien hilado, con esos toques de color y la suavidad y delicadeza de Naussica, que por cierto, precioso nombre.Uniendo además con líos ferroviarios de actualidad...

Ulises se "salva" del canto de la sirena, para bien o para mal, y atado al mástil regresa con su gris Penélope...eligiendo así el tono de su dibujo. Un relato tremendamente bello y meláncolico, Mun. ¡Un abrazo enorme!

Polux dijo...

este cuentomehaparecidobueno.
megustómuchosabesmegustalaformaenlaqueestáescrito.ycomocomienzaycomotermina...esmenesterparamidecirlequemeencantado.hahahaha!peroyasabraqueeñmaresazulporelcolordelasirena.

saludos!

Anónimo dijo...

demonios..no tengo tiempo de quedarme a leer :(

Prometo regresar a leer con calma


Besos ^^

Anónimo dijo...

Me ha gustado.Quiz� algun dia mezclen el gris y el azul y ........ yo que s�.

Besitos.

:)

Luz de Luna

Francisco Méndez S. dijo...

Hola:
muy bueno tu cuento basado en la odisea.
Saludos

luis f. lópez dijo...

Un momento cotidiano que da paso a un recuerdo inolvidable. La historia está muy bien narrada y fluye como deslizándose sobre lo real y lo perdido.
Me ha gustado mucho :)

Anónimo dijo...

Et voilà, de cómo del desastre nace la anécdota para una historia fantástica, en todos los sentidos...

Estuvimos en Barcelona justo al principio del desastre, pero nos movíamos con amigos en coche y no tuvimos problemas.

Saludos, guapa, una historia muy buena.

...la locura soy yo. dijo...

"–¿No vas a pintarme de marrón?
Nausícaa negó con la cabeza, sin dejar de sonreír.
–El color depende de ti."


Me ha gustado.


Mucho.


Gracias, y un saludo.

Anónimo dijo...

Tu y Loth tienen un talento tremendo para los relatos..
Me ha gustado mucho ^^


Besos

Princesa Dariak dijo...

Vengo de leer a Tormenta. Lleguè aqui con azules vientos desapareciendo en la odisea de los colores... Colores que cada uno pinta en su vida, su viaje, como quiere.
Ser prisma, dejar la luz atravesar el alma y vivir los arcoiris... claro, un arcoiris siempre existe atravesado por gotas de la lluvia.

abrazos de luz, exelente relato.

peyote dijo...

el rlato es un viaje, tragiuco y con ambientes bien marcados. Un deleite.

saludos.

Jara dijo...

Ya que estaba he seguido leyéndote y que te puedo decir chiquilla, simplemente me ha encantado y sin saber muy bien porqué has conseguido que una extraña sensación se apodere de mi. Esto no es malo, todo lo contrario. Simplemente ahora busco mi color.

1 besito.
Jara

Anónimo dijo...

Vaya, me gustan tus historias, pero esta es excelente, me ha encantado.
Me gusta mucho el modo en el que mezclas realidad y ficción, la riqueza de los personajes y su relación con la odisea.

Aunque parece que en esta historia la verdadera odisea de Ulises es sobrellevar una vida gris.


Espero que haya una segunda parte y que aparezca, con el tiempo, Perséptolis o Ptoliporto. Podía ser una buena historia.

Me dijo...

Me llamo nausica, y no podría estar más orgullosa de mi personaje. Por cierto, tengo el mismo colgante que ella.