miércoles, noviembre 15, 2006

La puerta abierta (II)


Al día siguiente, al salir de casa, se quedó de nuevo ante la puerta de su nueva vecina. Esperó inmóvil ante ella, deseando que el picaporte girara para revelar de nuevo el embrujo que le había atrapado sin razón. Sin embargo, la puerta permaneció tan quieta como él. Así que el joven bajó hasta el portal y buscó entre los buzones gemelos una pista que le acercara más a aquella mujer, sin necesidad de habérsela cruzado esa mañana. Y la encontró. En la casilla que se encontraba al lado de la propia había una tarjeta blanca con el nombre de la nueva dueña, escrito con una pulcra caligrafía, en bolígrafo azul: Elena Esparta Quimera. Después de grabar el nombre en su atención y su memoria, Enrique se enfrentó a su jornada laboral con una sonrisa triunfal; aquella placa le había dado más información de la aparente: no sólo le proporcionó el nombre de su objeto de adoración, sino que también le informaba de que éste vivía solo, lo cual le allanaba bastante el camino.

El día transcurrió sin pena ni gloria, aunque los compañeros de Enrique lo notaron extraño. Tenía la mirada perdida y todos afirmaban que se había dejado la mente soñando en algún lugar. Los más fisgones discurrían la posibilidad de que hubiera aparecido un nuevo amor en la vida del fotógrafo. No obstante, aquellas hipótesis permanecían en su estado etéreo cuando, en un intento de confirmarlas, Enrique les respondía con una mirada de cuchillo.

Por su lado, el hombre iba experimentando una angustia creciente a medida que dejaba morir el tiempo en la agencia. Deseaba pulsar el fast-forward del control remoto de su vida para situarlo a las ocho y media, la hora en la que solía llegar a casa. Su vista necesitaba una urgente dosis de Elena; ansiaba pasear de nuevo los ojos en su esbelta figura de hada, sondar aquella mirada de uvas traslúcidas, provocar otra sonrisa educada en aquellos labios de niña inmaculada. Bien sabía que, por el momento, tocarla era más que imposible, pero necesitaba de nuevo su presencia para tranquilizar el pulso encabritado de sus venas.

Y pudo tener aquella dosis, precisamente a la hora esperada. Ambos vecinos se cruzaron en el portal y Enrique sintió como el esófago se le desprendía del estómago. La veía venir en dirección opuesta a él, cargando una bolsa negra y grande en forma de maletín. Vestía unos tejanos y una camiseta deportiva que le perfilaban mejor la silueta que el chándal del día anterior. Además, advirtió el detalle de la melena, que el día anterior llevaba recogida y que ahora, liberada sobre los hombros, pudo apreciar mejor. Bucles de color avellana, bien dibujados alrededor de aquel rostro delicado e infantil, acentuaban aún más la belleza de la joven. Enrique la continuó escaneando hasta tenerla a tan sólo dos pasos de él. Y entonces comprendió que estaba realmente eclipsado cuando vio cierta cautela hostil en la mirada de la joven.
–Hola… –alcanzó él a decir con un hilo de voz.
Esta vez no obtuvo la sonrisa cordial del día anterior. Con súbita prisa, Elena sacó de un bolsillo del pantalón una llave con la que abrió el portal para después desaparecer escaleras arriba, sin esperar a su vecino ni permitirle pasar primero, con la misma rapidez que mostraría una ninfa huyendo de un sátiro enloquecido.

Poco después, Enrique subió por el ascensor, abatido por lo que había sucedido con ella. La sola idea de que su mirada intimidara a la muchacha le creó malestar y cierto sentimiento de culpabilidad. Una vez más, se encontraba de pie ante la puerta de al lado de su estudio, cerrada una vez más para él. Pensó en llamar al timbre y disculparse por lo sucedido. Estaba dispuesto a explicárselo; confesarle que le parecía demasiado hermosa como para actuar con naturalidad ante ella, pero no tardó en descartar aquella posibilidad, pues sabía que aún le tomaría por más loco. No volveré a verla hasta mañana, se recordó a sí mismo, atemorizado. Y si la veo, ¿cómo haré para que olvide lo de ahora?

Al día siguiente, Enrique no vio motivo para preocuparse de ello. Cuando se cruzaron de nuevo, Elena ya había olvidado el rostro de su vecino. Su mala memoria era el gran defecto de la joven, que le impidió recodarle de nuevo meses más tarde, cuando dejó la puerta de su casa abierta.

Mun, the Haunted Doll

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12 recogieron sus pétalos:

Roadmaster dijo...

¡Anda! Me la imaginaba morena, como en la ilustración del prólogo.
Así me gusta, que escojas algo y hurgues, indagues donde pocos escarban y humanices a los que nadie considera personas. Con diferencia, es lo mejor que has escrito hasta ahora.

Anónimo dijo...

Perseguir...sin conseguir.
De nuevo me dejas con la intriga en la boca del estómago, impidiéndome la correcta digestión de tu relato :).
Besos!!!

Tristana's leg dijo...

Me gusta la estructura, engancha ^^
Más adelante se profundizará en lo que él es, ¿no?

Ailën dijo...

Paso de nuevo por aquí...sólo para decirque que cambio de hogar:
http://huellasenmicamino.blogspot.com/
Somos vecinas de nuevo!
besitos

tormenta dijo...

aqui me dejas... comiéndome las uñas hasta el próximo capítulo...
está tremendamente interesante:)
un besito

Raquel dijo...

Qué intriga, he leído el prólogo, el primer capítulo y éste; ansiosa quedo a la espera del siguiente.

Un beso fuerte, artista.

Unknown dijo...

quiero saber más!!!

.·•ღ [ Îяïﮐ ] ♥•·. dijo...

Ufff!!! Me ha encantado, la imagen es tambien muy buena, hacen buena mancuerna el texto y ella, muy interesante

Darka Treake dijo...

"...con la misma rapidez que mostraría una ninfa huyendo de un sátiro enloquecido."

Me ha gustado mucho.
Sigue sigue!!
Queremos ya el siguiente!

Anónimo dijo...

Llego tarde, pero justo a tiempo para cerrar la puerta...
(me encanta esta historia...)

Nirth dijo...

De aquí al best seller, stephen king sin "la fuerza del amor" (tu ya me entiendes)xD Bss!!!!!!!!!!

Cam dijo...

Qué intriga, a ver si saco un hueco esta tarde y sigo leyendo porque me está encantando.

Por cierto, respecto a los Silent, coincido en que el más me gusto fue el 2 y eso que se sale un poco de la línea argumental. Supongo que me gustó por el drama de la historia de James y su mujer que me dejó frío, por ejemplo, la escena en la que James ve lo que realmente ocurrió en el hotel con la cinta de video es brutal.

Bueno a ver si sigo haciendo cosas. ñ_ñ Un beso!